Dr. Carlos Francisco Valencia Bravo
Noveno Predisente
1989-1991
Sus Raíces
El médico veterinario zootecnista Carlos Francisco Valencia Bravo ve la primera luz el 5 de agosto de 1949 en Cananea, Sonora, en el Hospital El Ronquillo de la Compañía Minera de Cananea, propietaria de las famosas minas de cobre cituadas a unos cien kilómetros al sur de Douglas, Arizona y de Agua Prieta, ciudades ubicadas sobre la forntera que divide a los Estados Unidos de América de México.
Su padre fue el señor Álvaro Adalberto Valencia Dávila, originario de Bacerac, pequeña población ubicada al noreste del estado de Sonora, dedicado primeramente a las duras actividades de la minería, para laborar después en un aserradero heredado a su vez de su abuelo en la zona norte de Sonora.
Su madre sonorense también, fue la señora Dora Bravo Borquez, oriuda de Sinoquipe, modesta población serrana cercana al Río Sonora localizada igualmente al noroeste del estado. Doña Dora se dedicó al comercio ya que durante muchos años tuno en Nogales una tienda distribuidora de la Compañía Nacional de Subsistencias Populares, mejor conocida, como CONASUPO.
El matrimonio Valecia Bravo procreó a tres vástagos: Álvaro, comerciante de profesión ahora con 66 años de esdad; Alma Angelina dedicada al hogar, actualmente de 64 años y Carlso Francisco, el «zocoyote» (palabra yaqui que hace referencia al hijo más joven de una familia), motivo de esta semblanza biográfica, ahora de 62 años.
La familia Valencia se estableció primeramente en Ciudad Obregón en 1950, para después mudarse a Hermosillo en 1952 y posteriormente emigrar a la fronteriza ciudad de Nogales, Sonora.
Los estudios básicos
Carlos cursó sus estudios primarios a la tierna edad de cinco años en la Escuela Profesor Heriberto Aja de Hermosillo entre 1954 y 1957, terminándolos en la Escuela Primaria Fray Pedro de Gante en Nogales en 1960
Su formación secundaria la hizo en la Escuela Secundaria Federal de Nogales de 1960 a 1963. Durante este mismo año, Carlos se fue a la Sierra Madre a Santa Ana de Yécora, con el objeto de apoyar a su padre, trabajando en minas de molibdeno, cobre y de plata. Retorna a la capital del estado para continuar con sus estudios de bachillerato, el cual cursa en la Escuela Preparatoria de la Universidad de Sonora de 1965 a 1966.
¿Cómo surge su vocación por la medicina animal?
Carlos responde añorante:
Yo tuve un tío muy querido, quien fue un destacado veterinario tanto a nivel estatal como a nivel nacional, hago referencia al doctor Héctor Bravo Borquez. Laboró en Mezquital de Oro en Hermosillo, Sonora.
Fue uno de los primeros veterinarios que alcanzó altos niveles en las áreas de la administración de empresas pecuarias, además de haber sido un excelente y distinguido médico veterinario, que fue pionero en estudiar y aplicar prácticamente los parámetros productivos y zootécnicos de los animales. Mi tío Héctor echó las bases y vivió los tiempos dorados de aquella magnífica empresa que fue El Mezquital del Oro, como productora de pollo, de huevo y de pavo. Él vivió con nosotros en Hermosillo cuando era soltero. Recuerdo que de niño me llevaba a las granjas de gallina de postura, pero de noche porque era cuando era posible escuchar los ruidos respiratorios en caso que las aves estuvieran enfermas.
Falleció prematuramente en un trágico accidente aéreo. La avioneta de la empresa cayó inexplicablemente sobre el estado de Zacatecas. Mi tío Héctor tuvo una gran influencia sobre mi persona, en mi orientación para estudiar y dedicar mi vida a la medicina veterinaria.
Los estudios universitarios
El joven sonorense tomó la decisión de hacer sus estudios universitarios en la Escuela de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad de Guadalajara y con el apoyo de su familia deja su querida Sonora para viajar a la capital jalisciense.
Carlos, lleno de nostalgia pero gustoso, retoma la palabra:
Pertenezco a la “Generación Javier Rivera Hernández, 1969-1974”. El director de nuestra escuela era don Ramón Fernández de Cevallos y Martínez, un gran veterinario y un gran señor. Tuve además grandes maestros, al doctor Octavio Rivera Martínez, “El Abuelo”. Nos dio Anatomía, era muy duro, tan sólo el diez por ciento de sus alumnos aprobaban dicha materia. Otro profesor muy exigente fue el doctor Ramón Naranjo Jiménez, un médico humano español republicano, exiliado de la Guerra Civil española. Era una eminencia, sobre todo en Inmunología, él nos hizo conocer la teoría del Interferón. Nos hacía estudiar intensamente.
El doctor Javier Rivera Hernández nos impartió la cátedra de Bacteriología y de Parasitología. El doctor Cevallos, que en esos momentos estaba supliendo al doctor Norberto Alcocer Granados, nos dio Zootecnia de Equinos. Los estudiantes le llamábamos “El Vinagrillo”, porque era muy corajudo y regañón. El doctor Eneas Rendón Ruiz nos impartió la cátedra de Enfermedades Infecciosas.
El edificio de la Escuela de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la U de G se hallaba en la Colonia Independencia de la ciudad de Guadalajara, era un edificio moderno que se construyó específicamente para alber nuestra escuela.
El título de mi tesis profesional fue: Evaluación de una bacterina polivalente para el control de la Mastitis Bovina en un establo localizado en el Municipio de Cuquío, Jalisco. Mi director de tesis fue el “Dr. Riverita”, es decir, el doctor Javier Rivera Hernández y presenté mi examen profesional el 10 de octubre de 1976.
El inicio de una exitosa carrera profesional
¿Cuál fue su primer trabajo como veterinario?
Carlos fija profundamente su mirada en el horizonte:
Fui miembro de la Quinta Generación de la Escuela de Veterinaria de la U de G Cuando estaba en quinto año de la carrera, nos convocó un compañero llamado Fidel Urrutia Terrazas, quien era el presidente de la Sociedad de Alumnos de Veterinaria, para ofrecernos trabajo en la SAG, es decir, la Secretaría de Agricultura y Ganadería. Nos enviaron a Chapingo en el Estado de México, cerca de la ciudad de México y nos contrataron como peritos agrícolas en el cultivo de maíz y del frijol.
Cuando llegamos, al poco tiempo la SAG de Guadalajara me asignó como delegado de Extensión Pecuaria en los municipios de Cuquío y de Ixtlahuacán del Río, Jalisco, posición en la que laboré dos años, de 1974 a 1975.
Hice mi examen profesional y me recibí en 1976, lo que me permitió retornar a Sonora ese mismo año para incorporarse al Programa Porcino del Banco de Crédito Rural, después BANRURAL, asignado al sur de Sonora, en una región llamada El Plhino, ya muy cercana a la frontera con Sinaloa. Laboré en las granjas ejidales y de ahí me nombraron jefe del Programa Porcino del Valle de Guaymas. En esta posición permanecí dos años, hasta 1978, año en el que me fui a Ciudad Obregón, como gerente de producción de la Granja Los Amigos, propiedad de don Antonino Esquer Álvarez, con una capacidad de 450 cerdas de vientre.
En esta posición laboré trece años, de 1978 a 1991. pero en paralelo di asesoría privada en producción porcina a granjas porcícolas en los estados de Sonora, Sinaloa, Nayarit, Jalisco, Michoacán, Guanajuato, Querétaro, Estado de México, Yucatán, Tamaulipas, Nuevo León, San Luis Potosí y Veracruz, y lo sigo haciendo hasta la fecha.
Además, tuve la oportunidad de colaborar como asesor externo en producción porcina para la empresa VIMIFOS, que tiene sede en Ciudad Obregón y en Guadalajara, de 1986 a 2008. Asimismo, laboré para NASSA, es decir, para Nutrición y Alimentos de Sonora, S. A., ubicada igualmente en Obregón en el Departamento de Servicio Técnico y de Atención a Clientes de 2008 a 2010.
Toda una vida dedicada a la Medicinay a la Zootecnia Porcina
Actualmente doy asesorías en Producción Porcina e imparto conferencias en diversos temas, especialmente en el área de análisis de la información e interpretación de los parámetros productivos que se ven afectados por un manejo inadecuado y deficiente de los animales, así como por las diferentes enfermedades infecciosas que afectan a los cerdos.
También laboró en el área de la capacitación del personal y, sobre todo, en la delicada tarea de la recolección de datos productivos, con el objeto de analizar la realidad que nos lleva a identificar los problemas que enfrentan una piara o una granja porcina en particular.
Su entorno familiar
Carlos Francisco conoce a la señorita Olga Leticia Lugo Núñez en 1976 en Guaymas, Sonora, durante la boda de un colega y amigo llamado Manuel Martínez Lara, compañero de estudios de la U de G. Olga Leticia, la que será la futura esposa de Carlos Francisco es originaria de Chihuahua, Chihuahua. Hizo estudios de secretaria ejecutiva y laboraba para Banamex en Guaymas, cuando conoció a nuestro biografiado.
Carlos Francisco, y Olga Leticia unieron sus vidas el 20 de abril de 1977 en la iglesia de San Fernando de Guaymas y han ha procreado a tres hijos: Olga Alexandra de 34 años, graduada en Comercio Internacional por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, campus Monterrey y quien ha regalado a sus padres con dos nietos, Rodrigo de cuatro y Julia de dos años de edad.
Carlos Francisco, de 32 años, hizo estudios de Ingeniería Industrial y de Sistemas en el Tec de Monterrey, campus Guadalajara, soltero y labora para Siemens en la ciudad de Monterrey, Nuevo León; y la más chica, Lynda Cecilia, de 21 años de edad, estudia Ingeniería Industrial en el ITSON, es decir, en el Instituto Tecnológico de Sonora, en Ciudad Obregón.
Carlos Francisco añade con el entusiasmo característico de él:
Lynda Cecilia fue nuestro pilón y nació cuando yo era presidente de AMVEC. Mi esposa Olga y yo llevamos 35 años de casados, hemos creado una bonita familia. Dios nos ha colmado de bendiciones, tenemos buenos hijos y nuestros nietos están preciosos.
Gestión del Mvz Carlos Francisco Valencia Bravo como
Noveno Presidente de AMVEC
1989-1991
¿Cuál fue su primer contacto con AMVEC?
El primer contacto que tuve con AMVEC fue cuando participé en el XXIII Congreso Nacional de AMVEC de León, Guanajuato, de 1976. Eran los tiempos de Ramiro Ramírez Necoechea, de Manolo Berruecos y de muchos otros de los miembros fundadores de nuestra asociación.
A partir de ese congreso participé y he participado en prácticamente en todos o en casi todos los congresos de AMVEC. Previamente fui presidente de Asociación de Veterinarios Especialistas en Cerdos de Sonora y Sinaloa, mejor conocida por su acrónimo de AVEC Son Sin, de 1986 a 1988.
Esto me hizo tener mucho contacto con la AMVEC a nivel nacional participando en la mayoría de los congresos y de los cursos que se fueron organizando a lo largo de los años.
Cuando tuvo lugar el xxv Congreso Nacional de AMVEC en Morelia, Michoacán, de 1989, organizado bajo la presidencia del colega Juan José Maqueda Acosta, sin imaginarlo, ni buscarlo, un día antes de la Asamblea General se acercaron a mí y me propusieron competir durante las elecciones como candidato para la presidencia de AMVEC. Los amvecos me favorecieron con su voto, gané las elecciones y de esta manera | llegué a ser presidente de nuestra querida asociación.
Mesa directiva
Presidente: MVZ Carlos Francisco Valencia Bravo
Vicepresidente: MVZ Francisco Javier Gómez Zepeda
Secretario: MVZ Diana Martel Hernández
Tesorero: MVZ Sergio Trueba Ríos
Primer año como responsable de los destinos de AMVEC
Como primera actividad de mi gestión, mi mesa directiva y yo organizamos un curso sobre Actinobacilosis en la ciudad de Guadalajara en el Hotel Holiday Inn, con una asistencia numerosa de colegas. El responsable de la organización fue Francisco Javier Gómez Zepeda, quien hizo un excelente papel organizativo.
A continuación organizamos el xxv Congreso Nacional AMVEC en Puerto Vallarta en el Hotel Fiesta Americana en 1990. Éste ha sido uno de los congresos más concurridos en la historia de AMVEC, pues tuvimos aproximadamente unos 1,200 congresistas.
El doctor Carlos Pijoan se hizo cargo del programa científico. Su ayuda fue valiosísima, pues invitó como conferencistas a algunos colegas de la American Association of Swine Practitioners.
Recuerdo ahora con gran satisfacción, el miedo que tuve y la enorme preocupación que viví, pues para poder organizar este congreso y con el objeto de garantizar cuatro noches de hospedaje en el hotel, tuve que dar mi tarjeta de crédito personal como garantía. Además, tengo el grato recuerdo del colega Juan Manuel Maya, quien me prestó quince mil pesos de la época, para que yo pudiera iniciar las primeras acciones para la organización de este congreso, mismos que le reembolse tan pronto como entró el primer dinero. Vaya nuevamente mi agradecimiento lejano en el tiempo y en la distancia a Juan Manuel.
Entregamos el Jabalí Dorado a los colegas: Abel Ciprián Carrasco y Javier Rivera Hernández.
El segundo año
Durante el segundo año de la gestión de Carlos, organizaron previamente el tradicional gran congreso anual, el curso: Programación de Granjas Porcícolas, en el Club de Industriales de Guadalajara. Fue un evento igualmente exitoso.
El xxvi Congreso Nacional de AMVEC de 1991 tuvo lugar en Mérida, Yucatán. El responsable de la organización de este congreso fue el doctor Armando Patrón Rosado y se llevó a cabo en el Hotel Holiday Inn, con una presencia aproximada de unos 800 congresistas. El programa científico como de costumbre fue de la más alta calidad.
Fueron homenajeados con el Jabalí Dorado: la doctora Concepción Díaz Rayo y el doctor Eduardo Ávalos Ras Guzmán
Una novedad implementada durante este congreso fue que gracias al apoyo de la empresa Bayer, se difundió un noticiero a través del canal interno del Hotel Holiday Inn y de los monitores de televisión de las habitaciones del hotel, con noticias delcongreso.
¿Qué representa y qué representa AMVEC para usted?
Carlos respira profundamente y me comenta:
La Asociación Mexicana de Veterinarios Especialistas en Cerdos, mejor conocida como AMVEC, ha sido, es y será para mí, mi Alma Mater.
A través de ella he adquirido muchos conocimientos, ella funciona como una institución académica de educación continua para los miembros que la integran. Además, a través de ella he hecho tantas y tantas relaciones humanas. AMVEC es para mí el foro de encuentro con todos mis colegas y sus familias, siendo esto uno de sus principales atractivos.
¿Cuáles retos y desafíos enfrentó usted durante su gestión como presidente de Amvec?
La economía mexicana marchaba muy bien. El presidente de nuestro país era el licenciado Carlos Salinas de Gortari. El entorno de la macroeconomía era muy bueno y la porcicultura marchaba muy bien también. Se firmó el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, pero tuvimos que despertar del sueño.
Con respecto a los aspectos zoosanitarios, se llevó a cabo la acreditación de los médicos veterinarios para la campaña de erradicación del Cólera Porcino y de la enfermedad de Aujeszky.
Con respecto a las principales enfermedades que afectaban la industria porcícola mexicana, aún no nos llegaba el PRRS.
El principal problema que enfrentábamos eran los cuadros respiratorios, provocados por Actinobacillus suis, Micoplasmas y Pasteurellas.
Con relación a los problemas reproductivos, enfrentábamos el SMEDI, que corresponde al acrónimo en ingles de “Stillbirth Mummification Embryonic Death and Infertility”.
La campaña contra la Fiebre Porcina Clásica estaba en su apogeo, vacunábamos sobre todo con la cepa China.
El precio de la carne de cerdo en pie estaba en más o menos trece pesos, con un costo de producción aproximado de nueve pesos. Era un buen margen, pues se podían ganar de 300 a 400 pesos por cerdo.
Las granjas podían vender de 18 a 20 cerdos por hembra al año. Cuando nos llegó el PRRS hacia 1990, 1991, se acabaron esos excelentes parámetros productivos.
El destete a los catorce días sólo vino a agravar la situación, sobre todo en granjas que no tenían las instalaciones adecuadas para alojar a lechones de catorce días con un peso de cuatro kilogramos o menos.
Con relación a la ventilación, puedo mencionar que hubo mejoras en las construcciones y en los sistemas de ventilación. La mejor planeación de las construcciones trajo nuevas oportunidades para aplicar un correcto manejo con el sistema: Todo Adentro-Todo Afuera.
¿Cuáles reconocimientos ha recibido?
Me da mucho gusto decir que fui galardoneado con el Jabalí Dorado en Querétaro, de manos del doctor Mario Gómez Medina, durante el XXXVII Congreso Nacional de AMVEC en 2001 el cual recibí en mi calidad de “Corralero vulgaris”y el doctor Gustavo Pineda Solorio lo recibió en su calidad de “Cremaster maximum».
Aportaciones
Con gusto y entusiasmo, Carlos acota:
Siempre me ha llamado mucho lo reproductivo. Midiendo la improductividad y comprendiéndola bien, se pueden mejorar los partos por hembra al año. En el AMVEC de Mérida de 1984, impartí una conferencia intitulada: «Los días improductivos y su impacto en la economía porcícola”.
Posteriormente, en 2000 di una conferencia: «Los dias no productivos y su impacto en el área de engorda”. Si los dias no productivos en el área de pie de cría son muy dañinos, en el área de engorda son escandalosamente más dañinos.
Conferencias
Nuestro biografiado ha impartido durante su vida profesional más de 300 conferencias, sobre distintos tópicos en producción porcina a lo largo y ancho de la república mexicana, así como en los Estados Unidos de América, España, República Dominicana, Guatemala y otros países de América Latina.
Epílogo
Carlos, con un rostro adusto y un gesto de seriedad agrega:
Le doy gracias a Dios por haberme dado la oportunidad de haber servido y de aún poder servir a mi gremio.
Todo lo que he hecho a lo largo de mi vida, no lo hubiera podido lograr sin el apoyo de mi esposa Olga, de mis hijos y de mi familia, empezando por mis padres con quienes estaré eternamente agradecido.
Vaya también mi agradecimiento sincero a todos los empleados que laboran en las granjas. Es necesario conversar con ellos, con los trabajadores a nivel de campo, con el objeto de poder conocer los genuinos problemas de los cerdos en una explotación porcina. Los números hablan de lo que está sucediendo en realidad dentro de una granja. ¡Los números son muy chismosos!