Prologar este libro en el cual se participó intensamente en su elaboración, además de haber sido protagonista de muchos de los hitos históricos aquí relatados, conlleva el peligro de perder la objetividad literaria cambiándola por la emocionalidad de los recuerdos de una gesta académico profesional en la que me involucré intensamente al menos durante los primeros diez años de la vida de La AMVEC.
Los recuerdos de esta frenética época se atropellan en mi mente, sin orden, ni concierto. ¿Qué queríamos para La AMVEC? ¿Qué nos motivó para darle vida? ¿Cómo se insertaba esta nueva asociación en el naciente contexto de las comunidades de especialistas veterinarios del país? ¿Cómo alertar a las autoridades de los inminentes riesgos sanitarios derivados de las importaciones masivas de animales provenientes de Estados Unidos y Canadá?
Confiando a ojos cerrados en la honestidad de las autoridades sanitarias y en la de los comercializadores de cerdos de esos países, al paso del tiempo ha quedado la clara evidencia de que la piara nacional recibió una notable mejora genética acompañada de una también notable carga de enfermedades. Tal vez fue más fácil alertar al país sobre la amenaza que representaba para México los brotes de Fiebre Porcina Africana de Cuba, Haití y Brasil y desarrollar una verdadera estrategia de campaña para la erradicación del llamado Cólera Porcino en esa época.
El papel pionero de La AMVEC para la formación de recursos humanos especializados en producción y patología porcina antecedió, y con mucho, a la fundación de cursos formales universitarios en estas especialidades. Así como la publicación de revistas especializadas en Porcicultura. La AMVEC una vez más anticipándose crea su propio órgano de difusión Revista Porcirama.
Llegan también los recuerdos de una pléyade de colegas que se entregaron en cuerpo y alma a la consolidación de la asociación desde diferentes frentes y trincheras, así se recuerda gratamente por su incansable labor en pro del desarrollo y consolidación de La AMVEC en la década de los sesenta y setenta, a Jorge Green, María Luisa Rosas, Luis Villaseñor, José Villaseñor, Miguel Garibay, Juan Manuel Maya, Manuel Berruecos, Miguel de las Casas, Alberto Casarín y, Salvador Sámano. Las damas Julieta de Villaseñor, Martha Ramírez, Mago Sámano y Ana María de Garibay.
Es desde La AMVEC que en el Congreso IPVS de Hannover en Alemania, se pide y se gana la sede para la realización del Congreso IPvs del año 1976, pero se declina a petición expresa del doctor Howard W. Dunne (autor del libro Diseases of Swine), a fin de que el Congreso IPVS se realice en Iowa en lugar de la ciudad de México, con la firme promesa que la siguiente sede después de Iowa sería en México, lo que se cumplió hasta 1982.
La AMVEC catapultó también la formación de la Asociación Latinoamericana de Veterinarios Especialistas en Cerdos ALVEC y de otras muchas asociaciones latinoamericanas como lo fueron ABRAVES, SOVEEC, ACAVEC,ACOVEC.
Así, La AMVEC marcó la ruta del gremialismo veterinario especializado en cerdos, al ser la primera asociación de la especialidad en México y en el continente americano.
Finalmente, La AMVEC como una organización gremial activa y dinámica acorde con las tendencias tecnológicas marcadas por la evolución de la porcicultura nacional, se ha ido también ajustando a los diversos escenarios surgidos de esta trayectoria. Y de la primigénita concepción de La AMVEC matizada del romanticismo gremial, sentido de identidad y pertenencia de los primeros profesantes de esta especialidad veterinaria. Se pasó a una etapa academista donde lo que predominó fue la estadística, el lucimiento verbal con una jeringonza incomprensible para los practitioners que fundaron La AMVEC. Más tarde y acorde a las tónicas marcadas por la evolución económica del país, aparece una etapa oficialista gubernamental que rápidamente es substituida por una tendencia comercial impulsada por laboratorios farmacéuticos, fábricas de alimentos y empresas de genética.
Al análisis de este panorama parece inminente una refundación de La AMVEC, donde tengan cobijo todas las modalidades de producción porcina y modalidades tecnológicas y no solamente las dudosamente calificadas de alta tecnología, así como la arrolladora tendencia a la biología molecular, pues ambas posturas no resolverán el problema central de la producción porcina nacional, que ha sido la cancelación de miles de unidades de producción porcina con la consecuente pérdida de miles de empleos de todos los niveles, pero particularmente el de los veterinarios y el escandaloso aumento de importaciones de carne y subproductos del cerdo.
La pregunta actual es: ¿Cuál será el rumbo de La AMVEC? ¿Funcionará al servicio de la industria (farmacéutica, alimentaria y genética)? ¿Seguirá siendo permeada por grupos regionales de veterinarios asociados a porcicultores con marcados intereses económicos, subordinados a la industria nacional o extranjera? ¿O podrá convertirse en un órgano independiente libre de intereses comerciales, que sea capaz de generar juicios fundamentados y proponer soluciones a los agobiantes problemas de la porcicultura mexicana en eminente riesgo de perder su identidad y competitividad nacional?
Doctor Ramiro Ramírez Necoechea
México, D. F.
Marzo, 2013.