libro: 16 – Capítulo II

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DR. JOSÉ MANUEL BERRUECOS VILLALOBOS

Segundo Presidente de AMVEC

1974-1975

Semblanza biográfica

Dr. José Manuel Berruecos Villalobos

El médico veterinario zootecnista José Manuel Berruecos Villalobos nació en la ciudad de México el 3 de enero de 1942, en su casa de las calles de Havre de la Zona Rosa. Sus padres fueron el doctor Pedro Berruecos Téllez, oriundo de la capital mexicana, médico cirujano egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con postgrado en audición y lenguaje en el Instituto Rockefeller de los Estados Unidos y su madre fue la señora Paz Villalobos Ibarra, originaria de Encarnación de Díaz, Jalisco. Doña Paz hizo estudios de concertista de piano y de cantante con tesitura de soprano y años más tarde se especializó en terapia de la voz en París, Francia. El matrimonio procreó nueve vástagos, tres mujeres y seis hombres. Manolo fue el cuarto hijo.

Los primeros estudios

El doctor Berruecos inició sus estudios primarios en el Colegio México, ubicado en la calle de Mérida número 50 de la Colonia Roma, institución en donde también cursó sus estudios secundarios. El bachillerato lo cursó en el Centro Universitario México, con domicilio en las calles de Gabriel Mancera en la Colonia del Valle.

Estudios Universitarios

Cuando preguntó a Manolo por qué decidió hacer estudios de medicina animal y cómo encontró su apasionada vocación de veterinario, enciende tranquilamente un cigarrillo y su rostro se llena de entusiasmo:

En la casa, mi papá tenía una costumbre muy especial: los sábados no se podía faltar a la comida del mediodía en el domicilio paterno. Eran reuniones muy «padres” porque cada uno de los hijos iba relatando cómo le había ido en la semana. El fin de semana previo a inscribirme en la UNAM, mi mamá me preguntó durante aquella reunión, cuál carrera iba yo a estudiar. Le comenté que había muchas carreras que me gustaban y que aún no lo había decidido. Mencioné que me gustaría estudiar Física, Química, Matemáticas, Ingeniería, Arquitectura, Biología o Veterinaria. Mi madre me miró fijamente y contestó que en cualquiera de esas carreras me iba a ir bien, excepto en Veterinaria. “Tú no eres para eso mi hijito”. Al lunes siguiente me inscribí en la Escuela Nacional de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM.

Como anécdota puedo agregar que el día que tomé posesión como director de nuestra Facultad en 1985, invité a mis padres a la ceremonia y le comenté en voz baja a mi mamá qué opinaba, y ella mirándome a los ojos me dijo: “Tú no eres veterinario”. A lo que le respondí: “No lo digas fuerte, porque mañana me hacen una huelga».

Mi mamá tenía razón. Lo que ocurre es que mi madre tenía en su mente el concepto del veterinario clínico en campo, o el del veterinario de pequeñas areas que yo no he trabajado en mis especies urbanas, áreas que yo no he tenido vida profesional.

Es curioso, porque cuando yo cursaba el tercer año en nuestra Escuela de Veterinaria, un profesor me reprobó a pesar de que yo sabía todo lo de la asignatura, simplemente porque había ido vestido de corbata en una oficina. Esto me molestó mucho francamente y entonces me fui a inscribir a la Facultad de Arquitectura y aprobé el examen de admisión. El sábado siguiente durante nuestra comida familiar, mi padre me dijo: “Vas bien en tu carrera de veterinaria, terminala y después, si quieres, estudias arquitectura y tendrás todo mi apoyo”. Mi lugar en la Facultad de Arquitectura me sigue esperando.

Recuerdos estudiantiles

Recuerdo que como estudiante a partir del segundo año, el doctor Gustavo Reta Peterson, recién graduado de nuestra escuela y que había sido mi profesor de Genética en primer año, me llamó para que fuera su ayudante, con un sueldo de quinientos pesos pagados por la Fundación Rockefeller. Este cargo de ayudante lo tuve en el segundo y tercer año y que al entrar a cuarto año, el doctor Reta salió para Estados Unidos a hacer su maestría. Asimismo, en ese tiempo yo iba con mucha frecuencia al Laboratorio de Patología de Avícola, en donde hice muy buena amistad con los colegas Eduardo Rivera Cruz, Alejandro Cuadra, Jesús Estudillo, Celedonio Garrido y otros más.

Durante el segundo año hicimos un viaje de prácticas con el doctor Martín Bächtold a visitar Mezquital del Oro en Hermosillo, Sonora. Nos atendieron de lujo y hasta nos ofrecieron chamba. Viajamos en tren y fue una experiencia inolvidable.

En cuarto año me ofrecieron una plaza como analista en el Departamento de Estadística de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, en donde tuve la oportunidad de tomar mis primeros cursos de estadística.

Finalmente, para quinto año se acostumbraba que la facultad pagara un viaje de prácticas a los alumnos de cercano egreso como experiencia final. Mi grupo, el “C”, que estudiábamos por la tarde, pidió hacer el viaje a Acapulco para observar el potencial ganadero de la costa de Guerrero. La pasamos muy divertidos y después preparamos un reporte para informar sobre las experiencias de nuestro viaje ante el Consejo Técnico de la Escuela.

Viendo hacia atrás, pienso que tuvimos excelentes maestros, con experiencia, sin limitaciones y con una gran entrega, constantemente apoyando el aprendizaje de los alumnos. Salvo dos o tres individuos, todos mis profesores fueron espléndidos. Me acuerdo entrañablemente y con mucho cariño de las maestras Aline Schunemann de Aluja, en Patología; Aurora Velázquez Echegaray, en Virología; María Inés Izaguirre, en Anatomía; de los maestros Felipe Flores Romero, “El Quedito», en Fisiología; Oscar Ocaña, en Nutrición; Rubén Fernández, en Patología General; Jesús Estudillo, en Patología Aviar; Jorge Green Macías, en Clínica de Perros; Alfredo Cortés, en Cirugía; Salomón Molerés, en Bioquímica; y tantos más.

Fui primero consejero técnico-alumno y después consejero universitario-alumno. Las reuniones del Consejo Técnico de nuestra escuela eran sensacionales. Los consejeros profesores eran los maestros Guillermo Quesada Bravo, Manuel H. Sarvide, Mario Appendini, Aurora Velázquez, Manuel Ramírez Valenzuela, entre otros. Para mí estas reuniones y los debates que se llevaban a cabo durante ellas fueron verdaderas clases de lo más formativas, en términos de las discusiones y argumentaciones en medio de una sobredosis de cultura.

Hubo sin duda alguna una época de oro de la Medicina Veterinaria mexicana que nos tocó vivir, primeramente como estudiantes y después como recién egresados y jóvenes profesionistas!

Inicio de la carrera profesional

Estando ya en quinto año, el doctor Reta Peterson retorna de su maestría y vuelve a llamar al doctor Berruecos como su ayudante. A estas alturas Manolo laboraba de manera independiente, calculando estructuras para edificios para una empresa constructora en la capital; sin embargo, se ve obligado a renunciar a este trabajo, con el objeto de poder hacer su tesis cuyo título fue: Análisis de la consanguinidad en una granja de cerdos. El trabajo de investigación fue llevado a cabo en la Granja Tomacoco, ubicada en Amecameca, Estado de México, la cual en ese entonces, era la explotación porcina más importante de México, siendo su director de tesis el doctor Gustavo Reta Peterson.

Para su primera posición de trabajo ya como veterinario egresado, fue contratado por la Fundación Rockefeller como ayudante del doctor Reta, con la finalidad de impartir la cátedra de Genética en la Escuela de Veterinaria y también como su ayudante en el Centro Nacional de Investigaciones Pecuarias (CNIP) en Palo Alto, D. F. Poco antes ocurre la coyuntura que el doctor Reta es nombrado director del Plan Lerma-Chapala-Santiago dejando vacante el grupo de Genética y entonces el doctor Berruecos se queda con su grupo, pero sin la plaza universitaria, pues aún no se titulaba.

Hace su examen profesional en julio de 1965 y entonces puede obtener la plaza como profesor de la Escuela de Medicina Veterinaria. En varias oca siones el doctor Reta le invita a trabajar al Plan Lerma, pero el consejo permanente del doctor John A. Pino, director de la Rockefeller en México, le recomienda que haga estudios de postgrado en los Estados Unidos.

Estudios universitarios de postgrado

El doctor Berruecos viaja a Estados Unidos en 1966, ya casado con su esposa Rosi y con su pequeña hija Citlalli para iniciar sus estudios de maestría en la North Carolina State University, ubicada en el Campus de Raleigh, Carolina del Norte.

Manolo retoma la palabra con una mirada llena de nostalgia:

Fui becado por la Fundación Ford. Tuve que hacer mi examen de inglés en el Instituto Mexicano Nortedmericano de Relaciones Culturas que se hallaba en la calle de Hamburgo número 115 en la Zona Rosa, pero no tenía el nivel y lo reprobé; sin embargo, el doctor William Gamble, director de la Fundación Ford en nuestro país, me envió a pesar de todo a hacer la maestría. Tuve que estudiar durísimo, sobre todo el primer y el segundo semestre, pues los cursos eran en inglés. Poco a poco fui dominando el idioma. Hice mi «major» en genética animal, y mi “minor” en estadistica. Al cumplirse los dos años, es decir, en 1 o dos años, es decir, en 1968, ya tenía la tesis terminada cuyo título fue: Esquema de Selección para Reducir para Reducir Grasa Dorsal en Cerdos y trabajo sobre la Genética de colateralmente hice otro trabajo sobre la Úlcera Gástrica en Cerdos en 1969.

Sin embargo, y de manera simultánea, ya había comenzado a tomar cursos para el doctorado. Escribí al doctor Gamble con copia al doctor Pino, para que me extendieran la beca con el objeto de poder terminar mi doctorado. Fueron muy solidarios y pude terminarlo en 1970. Mi tesis se tituló: Correlación entre la Selección de Cerdos y las Características Productivas de la Canal.

Las primeras posiciones de alta responsabilidad

El doctor Berruecos retorna a ciudad de México y regresa al Centro Nacional de Investigaciones Pecuarias, financiado por la Fundación Rockefeller, en Palo Alto D.F., Centro que posteriormente se incorpora al Instituto Nacional de Investigaciones Pecuarias (INIP, SAG). Se hace cargo de la Jefatura del Departamento de Genética y Reproducción, posición que lidera entre 1970 y 1972. Es posteriormente nombrado subdirector del INIP entre 1972 y 1974.

Ocupando este puesto ocurre un hecho insólito de solidaridad de unión del gremio veterinario:

Siendo el doctor Reta subsecretario de Ganadería de la Secretaría de Agricultura y Ganadería, y el doctor Óscar Brauer Herrera, secretario de dicha institución durante el sexenio del presidente Luis Echeverría Álvarez, Brauer nombra en 1974 a un ingeniero agrónomo para la Dirección General de Ganadería, puesto que siempre y tradicionalmente había sido ocupado por un médico veterinario.

Manolo acota:

Inconforme con esta torpe medida, el doctor Reta Peterson presenta su renuncia y también renunciamos en protesta todos los que trabajamos con él en el sector oficial. En esta época yo era presidente de AMVEC. Nuestra asociación junto con otras asociaciones hermanas publicamos un desplegado en apoyo del doctor Reta y en repudio del nombramiento del ingeniero agrónomo en un cargo que siempre ha sido ocupado por un médico veterinario zootecnista. El secretario se percata de su error y al día siguiente nombran al doctor Pedro Solana Martagón como director de Ganadería y al doctor Carlos Arellano Sota, que era director de la Campaña Nacional contra la Garrapata, es nombrado director del INIP y a mí subdirector de la mencionada institución.

Pasada la tormenta, le piden la renuncia a Reta y el presidente Echeverría designa al doctor Pablo Zierold Reyes como subsecretario de Ganadería.

El doctor Zierold toma posesión de su nuevo cargo y como yo había tenido fuertes diferencias con él, renuncié a la subdirección del INIP y como consecuencia de esta nueva coyuntura, me contrataron como profesor de tiempo completo de nuestra Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM; paradójicamente ocupé la misma plaza que dejó vacante el doctor Pablo Zierold, cuando era director el doctor Héctor Quiróz Romero.

Es en esta plaza y cátedra en donde he estado desde entonces, es decir, prácticamente durante toda mi vida profesional.

El Pater familias

Conocí a mi esposa Rosi en 1963, debido a que ella era sobrina del nuestro querido maestro Manuel Ramírez Valenzuela. Un día esperando clases en la entrada de la escuela en Ciudad Universitaria, Rosi pasó a saludar a su tío, quien en esos momentos era el director. Como buen galán, me acerqué a ella para conversar. Le pregunté si aceptaría ir a tomar un café. Me dijo que sí, pero solamente si su tío le daba permiso. Me armé de valor, fui a las oficinas de la dirección, hablé con el doctor Ramirez Valenzuela y me dio el ansiado permiso, con la condición de no tardarnos mucho.

Yo ya conocía de vista a Rosi, porque éramos vecinos en el Olivar de los Padres, pero era sólo de saludar de lejos. Fuimos novios tres años. Nos casamos en febrero de 1965. Hemos procreado tres hermosos hijos: Citlalli, nacida en Ciudad de México y que nos ha dado dos nietos: Marina, de once años y Juan Pablo, de quince.

José Manuel, nacido en Raleigh, Carolina del Norte, quien nos ha dado tres nietos: José Manuel, de dieciséis años; Mariana de quince y Juan Carlos, de once años. Mi hija Tonazin, también nacida en los Estados Unidos, no tiene hijos.

Rosi había terminado su secundaria cuando falleció su papá, por lo que tuvo que salir a trabajar. Al retornar del doctorado en los Estados Unidos y cuando Tonanzin estuvo en edad de ir a la guardería, Rosi se metió a estudiar la Prepa en el ccH del Pedregal, para después seguir sus estudios en Administración de Empresas en la Facultad de Contaduría y Administración de la UNAM. Al graduarse entró a trabajar en la Dirección General de Personal de la UNAM, a continuación laboró en la Dirección de Servicios Escolares de las Prepas y más tarde en la Facultad de Arquitectura, de donde se jubiló hace tres años.

Gestión del doctor José Manuel

Berruecos Villalobos, como Segundo Presidente de AMVEC

1974-1975

Al retorno del doctor Berruecos de sus estudios de maestría y doctorado en los Estados Unidos de América, después de haber escrito dos tesis y publicado varios artículos en genética de cerdos, los lazos y la cercanía de nuestro biografiado con la comunidad de colegas que practicaban esta especialidad, pero sobre todo, las estrechas relaciones de trabajo y amistad que unían al doctor Berruecos con el doctor Ramiro Ramírez Necoechea, hacen que este último invite a Manolo a participar en las actividades técnicas y científicas de la naciente Asociación Mexicana de Veterinarios Especialistas en Cerdos de AMVEC, con el objeto de presentar sus trabajos de investigación en las reuniones semestrales y anuales. Pocos años después, el doctor Berruecos es invitado a presidir y a conducir los destinos de la mencionada asociación de profesionales de la medicina y de la producción porcina.

El doctor Berruecos se hace cargo de la presidencia de AMVEC entre 1974 y 1975, teniendo como vicepresidente al doctor Jorge Mercadillo Rodríguez. La primera actividad que organiza fue un curso sobre “Estadística para Veterinarios”, en colaboración con los Laboratorios Eli Lilly, el cual fue un éxito científico y económico. Los recursos recabados entraron a las arcas de AMVEC, situación que alivió y ayudó al buen funcionamiento de la asociación.

Manolo comenta:

Aún sigo usando los apuntes de aquel curso sobre «Estadística para Veterinarios” para mis clases de estadística con mis alumnos en la facultad.

Organicé las dos convenciones que me tocaron, el primero fue el x Congreso Nacional de AMVEC del 15 al 18 de mayo de 1974, en Mocambo, Veracruz, y cuyo vicepresidente fue el doctor Ricardo Reta, primo de Gustavo, pues se dedicaba a la clínica de cerdos. Por primera vez logramos entregar las memorias de los trabajos presentados al inicio del congreso, costumbre que afortunadamente se ha conservado hasta la fecha. El segundo congreso bajo mi responsabilidad lo organizamos en Hermosillo, Sonora. Fue el xi Congreso Nacional Amvec que se llevó cabo del 5 al 8 de febrero de 1975. Fue una reunión desangelada, Primero por la distancia y el costo del viaje y segundo, porque tristemente falleció en un trágico accidente automovilístico nuestro colega el doctor José Escribá, quien había sido nuestro contacto AMVEC para la naciente porcicultura del noroeste del país. Nos dolió mucho.

Recuerdos

Durante la presidencia del doctor Francisco Bravo, me invitó a dar una conferencia magistral durante la ceremonia de clausura de la XIX Convención Anual de AMVEC en Puerto Vallarta, Jalisco, en julio de 1984.

El tema que Paco me asignó fue “Evolución”. Le pregunté si quería que hablara sobre: “¿Evolución del hombre o sobre evolución darwiniana o sobre evolución del cerdo?”. Me respondió: “Habla de lo que quieras”. Preparé entonces una conferencia: “La evolución de la pintura de Picasso de acuerdo a sus mujeres”.

Recuerdo que gustó a gran parte de mis colegas, sin embargo, hubo dos asistentes veterinarios en el auditorio que se quejaron públicamente por el tema de mi conferencia, pues en opinión de ellos no era ni el lugar, ni el público apropiado para hacerlo. Pide la palabra el doctor Gustavo Reta Peterson, subsecretario de Ganadería, y me felicitó por incorporar y traer cultura a nuestro gremio. Los dos colegas que se habían inconformado, simplemente se quedaron callados.

Al año siguiente, Paco Bravo me volvió a invitar a la xx Convención Anual de AMVEC que se llevó a cabo en julio de 1985 en Mérida, Yucatán, a dar otra conferencia magistral haciendo nuevamente hincapié en «Evolución”. En esta ocasión preparé y presenté un tema sobre van Gogh. Esto empezó a generarse como una costumbre en las reuniones de AMVEC y así al paso de los años fui presentando conferencias sobre los impresionistas, sobre Toulouse-Lautrec, sobre la Capilla Sixtina, y sobre muchos otros temas más.

De repente, se cortó la costumbre y no fui más invitado para dar la conferencia magistral, hasta hace dos años, ocasión durante la cual por supuesto, volví a hablar sobre pintura.

José Manuel Berruecos Villalobos, médico

veterinario destacado en la Generación 1960-1964

de la Escuela Nacional de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM

El doctor Berruecos se ha distinguido por ser representante de nuestra profesión a nivel nacional e internacional, quien se ha ganado el respeto y el cariño de todos y de todas las personas que hemos tenido el privilegio, el honor y el gusto de conocerlo.

Es un hombre de ciencia polifacético, genetista, bioestadístico, académico e investigador, erudito conferencista y gremialista con una fuerte vertiente artística, pues es escritor, escultor y pintor. Entre los diez libros científicos que ha escrito destaca el de Mejoramiento genético del cerdo, primer libro de genética sobre una especie animal publicado a nivel mundial.

Ha escrito dos obras de ciencia ficción intituladas: Proyecto Aries y Las Aventuras del Capitán Boy, este último en colaboración con sus nietos. Además, cuenta con un libro de arte de su autoría: Los animales favoritos de mis pintores preferidos.

Ha sido director de nuestra Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM entre 1985 y 1989. Es recipiente de numerosos premios, reconocimientos y distinciones. Desde 2002 es profesor emérito de la UNAM y en 2006 fue designado miembro del Primer Consejo Directivo de la Universidad Agraria Antonio Narro. Finalmente, en 2007 se le otorgó el grado de Doctor Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Baja California.