libro: 8 – Origen y Desarrollo de la Asociación Mexicana de Veterinarios Especialistas en Cerdos, A.C.

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AMVEC

HYGIA PECORIS, SALUS POPULIS

(Higiene del ganado, Salud del Pueblo)

ANTECEDENTES

Un salto a la modernidad industrial

La transformación de la tradicional crianza de cerdos de tipo familiar y artesanal que se practicó en México durante siglos, a una actividad porcícola de carácter gradualmente industrial, ocurrió hacia fines de la década de los años cuarenta de la centuria pasada, como resultado y consecuencia del acelerado crecimiento demográfico del país y del surgimiento de una pujante clase media citadina emergente, imbricada recientemente en la estructura piramidal de la sociedad mexicana, concomitantemente al fenómeno de la emigración rural a centros urbanos, principalmente a la ciudad de México.

Asimismo, la decisión de los gobiernos de la postguerra del conflicto bélico mundial de (1939-1945), de dar la prioridad a la industrialización, a lo urbano y al proletariado del país, en grave detrimento del arraigo al campo, de la agricultura y del campesinado de México.

Es la administración del presidente Miguel Alemán Valdés (1946-1952), quien opta por escoger una política de desarrollo de economía abierta, a favor de un mercado regido por la oferta y la demanda, y enmarcado dentro de una ideología capitalista.

El Candiddato presidencial del partido oficialista, es decir, del Partido de la Revolución Institucional (PRI) en 1945, sostenía que el país necesitaba la industrialización, la cual haría autonomía económica de México. El desarrollo industrial significaría también la elevación en breve plazo del nivel material y cultural de las grandes masas. Al mismo tiempo señalaba las tareas que a la agricultura y a los campesinos les tocaba desempeñar dentro del nuevo programa de gobierno, entre las que resultaban dos: el aumento de la producción para el consumo interno, incluyendo la sustitución de importaciones de algunos alimentos y materias primas agrícolas. El logro de estas metas, se aseguraba, fortalecería la independencia económica del país, argumento que vendría a legitimar la aplicación de amplios recursos estatales al fomento agropecuario.1

El licenciado Alemán llegó a la presidencia en 1946 con un programa económico que hizo hincapié en la producción de bienes industriales y agrícolas, mediante el apoyo decidido del Estado, como mejor vía para combatir la incipiente inflación.

Entre las medidas que se tomaron para alentar y proteger a la industria, se contó con el alza de aranceles y la puesta en marcha de un mecanismo de licencias para las importaciones, que vino a agregar otro instrumento al arsenal del estado para regular la economía.

De igual manera, se canalizó un mayor volumen de créditos a la industria, se mantuvieron bajos los impuestos y se reestructuró el régimen de exenciones fiscales para las industrias.2

En el sector agrícola, se incrementaron los volúmenes de inversión en proyectos de irrigación, mecanización y la investigación agropecuaria. Este último punto habría de resultar a la larga de gran importancia para el desarrollo de la porcicultura en México, ya que su implementación establece las bases y el modelo para el trabajo que en porcicultura se desarrollaría en los siguientes años.

Uno de los aspectos de la política de modernización del sector agrícola, junto con el riego y la mecanización, lo constituye el uso de mejores insumos. Para tener éxito en esta tarea, era indispensable la investigación agrícola y pecuaria, por lo que en 1947 se creó el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (INIA) y en 1952 se fundó el Instituto Nacional de Investigaciones Pecuarias (INIP).

Al mismo tiempo, siguió trabajando la Oficina de Estudios Especiales (OEE), organismo semiautónomo en que colaboraron desde 1943, la Secretaría de Agricultura y Ganadería y la Fundación Rockefeller.

En los siguientes seis años, las dos mencionadas instituciones invirtieron en investigación agrícola la cantidad de 43,5 millones de pesos, de los cuales la Fundación Rockefeller proporcionó 23.4 millones de pesos y el resto lo financió el gobierno mexicano. La tarea de investigación se centró en dos cultivos: el trigo y el maíz, y en segundo lugar la soya y la papa. También se obtuvieron semillas mejoradas de sorgo (milo), importante cultivo para la elaboración de alimentos balanceados para aves y cerdos.

De hecho, al paso del tiempo, la avicultura y la porcicultura harían del sorgo uno de sus principales insumos, ya que para 1944 esta gramínea era totalmente desconocida en México.

La economía del país durante el sexenio alemanista entra de lleno en un intenso periodo de prosperidad y, por lo tanto, la porcicultura, la avicultura y la ganadería en general, arrancan una etapa inicial de desarrollo acelerado.

Los gobiernos sucesivos de esa época, los cuales formaron parte del “Desarrollo Estabilizador” de México, a pesar de que habían estimulado y favorecido las actividades agrícolas y pecuarias, finalmente las subordinaron al objetivo de la industrialización y después de dos décadas con crecimiento de la producción agropecuaria superior al crecimiento demográfico, ésta cae al 2.1% durante el periodo de 1965-1970, marcando el inicio de una crisis en el sector agrícola y pecuario.

Dicha crisis del campo agravó también la emigración de la población campesina a las ciudades, la cual se asentó en áreas marginales urbanas de gran pobreza. La urbanización del país, presente desde la década de los cuarenta, se convirtió en un fenómeno incontrolado, no sólo por una oferta mayor de empleos urbanos que rurales, sino también como consecuencia de la explosión demográfica, producto de la mejoría de la calidad de vida y de los servicios de salud. La mayor actividad ocupacional y geográfica se vio a su vez estimulada por la expansión de las comunicaciones y la inversión en educación pública.

El porcentaje de población humana urbana » elevó del 20% en 1940, al 44.9% en 1970, 10 catapultó el consumo de alimentos de proteína origen animal, entre ellos, la carne de cerdo su más variadas formas: carnitas, chicha chorizos, longanizas y la carne porcina mente dicha.

Por otro lado, en la macroeconomía el partido gobiernista y sus gobiernos sexenales, continuaron implementando la Reforma Agraria y la repartición de las tierras, comprando temporalmente la «Paz Social”, pero inhabilitando, desafortunadamente con el paso del tiempo, lo rural: el campo y sus habitantes, forzándolos al exilio asfáltico.

Orígenes de la producción porcicola moderna.

El entorno de la producción porcícola durante la primera mitad del siglo xx toma cuerpo y se incrementa, sobre todo a partir del término de los movimientos revolucionarios armados de 1910-1930.

En ese momento existió una intensa actividad productora de cerdos. En el medio rural, a lo largo y ancho de todo el país, se acostumbraba la crianza del cerdo. Existía un comercio trashumante en el cual los cerdos pastoreaban y caminaban de pueblo en pueblo para ser vendidos y sacrificados durante los días de tianguis en la plaza central.

El objeto de la crianza de cerdos a lo largo de los siglos virreinales y del decimonónico fue la producción de manteca. El cerdo era más valioso entre más latas de manteca de veinte kilos produjera. Asimismo, la carne del cerdo era conservada, envuelta y sumergida en la misma manteca para ser transportada y comercializada localmente o a grandes distancias.

En aquellos años los granos de maíz, garbanzos y otras gramíneas, así con los sobrantes de la comida de la economía familiar. Existió y aún existe la modalidad de alimentar a los cerdos con el “agua de masa » o «agua de masa de maíz» producto de la actividad de la nixtamalización del maíz para producir la masa con la cual se elaboran las tortillas.

Esta forma primitiva de porcicultura incluía la práctica de castrar a los verracos y por supuesto a las hembras para cebarlos. Existió una forma también primitiva de comercialización con subdivisión de las actividades, ya que en el centro de México y en particular en El Bajío, existieron los «productores de lechones» (multiplicadores), quienes vendían a los “lechoneros” (cosechadores), quienes viajaban de ranchería en ranchería y de pueblo en pueblo comprando lechones destetados para llevarlos a pequeñas o medianas granjas de «engordadores”.3

Existieron también pequeñas granjas porcícolas de tipo familiar, ubicadas en los suburbios de las ciudades como la capital mexicana, Guadalajara, Monterrey y otros centros urbanos de menor tamaño, en las que se criaban algunas decenas de cerdos.

Asimismo, en paralelo y alejadas de un contexto de producción mercantilista a mayor escala, tradicionalmente las familias de escasos recursos, que habitaban hacinadas en las zonas marginadas de las ciudades o cinturones de pobreza, criaban unos pocos puercos para su autoconsumo y subsistencia.

Esta forma de crianza de cerdos provocó en un pasado reciente la mala reputación sanitaria de la carne porcina, ya que estos animales se alimentaban con desperdicios de comida y con basura cuando los animales deambulaban sueltos en el vecindario, pero las peores condiciones fueron cuando se alimentaban de excrementos humanos, resultado del fecalismo urbano de esas barriadas, que infelizmente aún existen en México y en los países pobres alrededor del mundo.

Afortunadamente, en la actualidad la inmensa mayoría de cerdos que se crían y producen en México son criados en granjas altamente tecnificadas, con las mejores condiciones de limpieza, higiene y manejo.

La Fundación Rockefeller

La institución filantrópica estadounidense conocida mundialmente como fundación rockedeller  tuvo una gran importancia en el inicio de la formación de profesionales mexicanos en medicina y producción porcina, y en el arranque de los servicios de diagnóstico de las enfermedades de los cerdos. Fue a través de la Oficina de Estudios Especiales que la mencionada fundación dirigida por el doctor John A. Pino, apoyó el despegue del estudio de la patología porcina, hacia fines de los años cincuenta y a lo largo de la década de los años sesenta del siglo pasado.

Con el arribo a México en 1963 del doctor Daniel Hagan, médico veterinario estadounidense y la incorporación de sus pupilos, el doctor Ramiro Ramírez Necoechea y el doctor Gilberto Gómez Priego, a quienes con el paso del tiempo se les sumaría paulatinamente un pequeño pero valioso grupo de jóvenes veterinarios mexicanos, es que se inicia la práctica científica de la medicina porcina.

Los casos clínicos que ellos traían del campo fueron estudiados inicialmente en el Laboratorio de Patología de Aves de la Escuela de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM, y en otros casos los cerdos enfermos o muertos eran llevados al Laboratorio de Patología General de la misma escuela, que estaba a cargo de la doctora Kate Graver, bajo la jefatura de la doctora Aline Schunemann de Aluja.

La principal enfermedad que agobiaba las piaras de esa época era el Cólera Porcino y otro sinnúmero de enfermedades infecto-contagiosas, aún mal identificadas y consecuentemente mal diagnosticadas, además de los trastornos nutricionales y de origen iatrogénico causados por mal manejo.

Por ejemplo, fue así que se llevaron a cabo los primeros estudios de la devastadora enfermedad del Cólera Porcino en México y cuando se logró hacer el primer aislamiento del agente causal de esta pestivirosis. Se trató de la cepa «Copilco 1» en 1963.

Posteriormente, hacia 1968, los casos empezaron  a ser llevados para su examen ante y posteriormente y análisis serológicos, bacteriológicos, gicos, micológicos e histopatológicos al Laboratorio de Diagnóstico No. Tres del Centro Nacional Investigaciones Pecuarias (CENIP), ubicado en Palo Alto, Cuajimalpa, México D. F.

1. TORRES RAMÍREZ, BLANCA. Hacia la Utopía Industrial ( 1942-1952). Editorial El Colegio de México. México, 1984. Página 57. 2 MEDINA PEÑA, LUIS. Hacia el Nuevo Estado. Ensayos y Documentos. 19202000. Editorial Fondo de Cultura Económica. México. 1990. Página. 135.

2. MEDINA PEÑA, LUIS. Hacia el Nuevo Estado. Ensayos y Documentos. 1920 – 2000. Editorial Fondo de Cultura Económica. México. 1990. Página. 135.

3. MAQUEDA ACOSTA, JUAN JOSÉ. Comunicación personal. Entrevista telefónica del primero de diciembre, 2012.